Siempre pensando en el futuro, en PanMostacho nunca apagan el fuego y lo mejor, está por salir del horno. Así lo aseguran sus fundadores, Álvaro y Pierre, dos actores de profesión que volcaron toda su creatividad en el emprendimiento que hoy los llena de orgullo.
De la fusión entre la cocina sureña y la tradición emprendedora de una familia italo-francesa, nació PanMostacho; panadería que garantiza una experiencia sensitiva, gracias a la calidad de sus productos, la atención, el diseño y la música. Porque de eso se trata la cocina para Álvaro y Pierre, de crear con libertad, entregar cariño y reunir a la familia en torno a una mesa llena de pan. La pareja, que se conoció el 2012, unificó sus diferentes historias personales en un proyecto que crece todos los días.
Álvaro de Coelemu, un pueblo entre Chillán y Concepción, creció cerca de la cocina y la agricultura, mientras Pierre, de familia emprendedora, pasó gran parte de su vida entre pastelerías y pequeños mercados. Fue en el 2014 que comenzaron a preparar pan, yogurt y quesos en la cocina de su casa, pero como un experimento personal y familiar. Sin embargo, sus amigos les empezaron a pedir que les vendieran los productos. Y así fue como naturalmente se fue creando PanMostacho. “Nació de un ímpetu personal, con el sentido cultural y gastronómico de recuperar una forma de cocinar, donde el ingrediente principal fuese ‘el tiempo’. Así podíamos compartir la cultura de alimentarse bien, haciendo algo que nos motivaba y que podía ser incluso más masivo de lo que ya hacíamos en el mundo del teatro”, relata Pierre.
Durante el 2015, Álvaro se había dedicado a estudiar los procesos para hacer pan de masa madre. Cuando ya manejaban los tiempos de fermentación, crearon un sistema para hacer pan, recetas y despachar a domicilio. Así fue como, desde su casa, empezaron a vender cientos de panes cada semana. Entre los dos sacaron adelante el proyecto, lo que implicó mucho sacrificio y pasar varias noches de largo, entre otras cosas. Sin embargo, todo valió la pena, porque en cinco meses ya contaban con el capital para abrir la primera tienda en Providencia. “Contratamos a los primeros trabajadores y nos formalizamos. De ahí no paramos más”, comenta Pierre, quien añade que durante el 2018 abrieron una nueva tienda en Vitacura y se asociaron a Francisco Lee, administrador gastronómico, con quien pudieron mejorar todos los procesos productivos.
PanMostacho creció rápido, pero porque quienes están detrás de él, hacen de todo para
que el horno esté siempre prendido. “Somos atrevidos y siempre decimos que ‘no apagamos el fuego’, porque somos un emprendimiento en constante crecimiento”, dice Pierre. Para la pareja de actores y gestores culturales, el objetivo es mantener satisfecho al cliente, a través de los productos y la experiencia de compra. Sin embargo, eso ha significado aprender a hacer muchas cosas que antes no conocían.
Por lo mismo, para Álvaro uno de los principales desafíos a la hora de sacar adelante el negocio ha sido “generar un ecosistema de asociatividad alrededor del emprendimiento”, lo que significa saber a quién contratar, dónde arrendar, y con qué banco trabajar, entre otras cosas. “Para crear una empresa hay que ser curioso, entender los números, proyectar el futuro y atreverse” añade.
En el caso de Pierre, los mayores desafíos han sido a nivel personal, al enfrentar sus propios miedos, tomando decisiones importantes, arriesgándose e involucrando a más personas. “No puedo cometer errores, o al menos no me gusta permitirmelo. Soy muy autoexigente. He tenido que aprender a trabajar conmigo mismo”, dice el actor y emprendedor.
Hoy ven el crecimiento y éxito de su proyecto con mucho orgullo. Valorando además el apoyo que han recibido de sus familiares, amigos y colegas, sobre todo durante los primeros meses de apertura de la panadería, lugar donde pasaban día y noche trabajando. “Nunca se me va a olvidar una clienta, muy simpática, que nos vio tan cansados una vez, que nos dijo: chiquillos, si cierran un día no nos vamos a enojar. ¡Pero era imposible!”, recuerda Álvaro, ya que en ese entonces los números aún no alcanzaban para cubrir la inversión. Sin embargo, todo esto forma parte del aprendizaje y el crecimiento, porque además, lograron resolver, hasta lo que parecía imposible, cómo mantener el negocio en pandemia.
Cuando comenzó la pandemia, PanMostacho tuvo que cerrar la tienda que tenían en Vitacura. Pero lejos de verlo como una pérdida importante, decidieron aprovechar la oportunidad para atreverse y abrir el canal de ecommerce. “Durante la pandemia fuimos la panadería, solución de muchos clientes, y eso nos hizo sentirnos útiles, despiertos”, comenta Álvaro. Incorporarse al mundo digital les permitió abrir una fábrica más grande en Antonio Varas con Avenida Francisco Bilbao y la nueva tienda en el Barrio Lastarria. “Ya tenemos una base de 14.000 clientes activos y más de 35 personas trabajando en nuestro equipo”, agrega.
El universo digital llegó para quedarse y facilitar muchos procesos, lo que implica realizar cambios internos en la forma de manejar los negocios. Y para Álvaro y Pierre es imposible negarse a esta transformación, por lo mismo están trabajando en un sistema para estar 100% conectados.
Libres, felices y orgullosos, Álvaro y Pierre siguen trabajando en diferentes proyectos de asociatividad para expandir la marca. Además, actualmente cuentan con su propia línea de café en grano y de carnes ahumadas, para que los clientes puedan acompañar su PanMostacho con toda una experiencia de sabores.