Casi como un encuentro fortuito, llegó el té a la vida de Andrea. Ahora, es este noble producto, el que ha hecho de ella una de las emprendedoras con más trayectoria en el rubro y con claras posibilidades de internacionalizar su marca.
Cuando Andrea Cataldo estudiaba Ingeniería en Recursos Naturales Renovables, comenzó a practicar Ashtanga Yoga. Una disciplina que la llevó a descubrir el maravilloso té chai, más conocido como té yogui.
Junto a una amiga de la universidad, comenzaron a hacer sus propias infusiones y las comercializaban entre sus conocidos. Era algo muy amateur, un hobby para ellas y que significa un ingreso extra, que siempre se agradece en época de estudios superiores. Tal como Andrea recuerda, iban a La Vega a comprar los productos, para luego probar distintas combinaciones. De hecho, nos cuenta una anécdota que es ahora parte del crecimiento que adquirió en estos años, “creamos como nueve variedades, algunas horribles. Una vez hicimos una mezcla de té negro con coco, era una cosa aceitosa… malísima, pero de buen sabor (ríe). De alguna manera, todo nos sirvió para ir aprendiendo”, recuerda.
Luego de egresar, ella continuó investigando sobre los variados tipos de té verde que hay en el mundo y decidió, esta vez sola, producir y formalizar Amman. La empresa ya lleva 16 años en el mercado nacional y fue, junto a un número reducido de emprendedores, de dedicarse y especializarse en la venta de infusiones. “Una vez que hice mi tesis, seguí vendiendo un poco, pero me dediqué paralelamente a contactar a productores y marcas en China, cuando éramos no más de empresas que vendíamos té. No había muchas personas, ahora hay miles de personas que hacen lo que yo hacía, que compraba en la vega y hacía mis preparaciones”, nos comenta.
Asé, estudiando y probando distintas calidades y tipos de té verde, finalmente optaron por trabajar con el té Sencha, el que muy consumido en Japón, incluso más que el té Matcha. “No solo es muy lindo en su presentación, ya que en la fabricación no se trituran las hojas, sino también por su sabor dulce y delicado”.
Luego de elegir el té, que sería la base de sus combinaciones, se escogieron las materias primas de varias partes del mundo y hierbas del sur de Chile. Tal como Amman, indica, “nuestra misión es, a través de las propiedades de cada uno de los ingredientes utilizados, entregar bienestar a las personas que se preocupan de su cuerpo”.
Andrea, con 43 años y soltera, no deja en claro que “Amman es como tener cinco hijos, empecé con seis variedades y ahora son más de treinta”. Esto porque todo el proceso es supervisado personalmente por Andrea, desde la cotización, búsqueda de proveedores, preparación, rotulación y distribución. “En un principio había externalizado el empaquetado. Sin embargo, además de las más de treinta variedades, existen cinco formatos de tamaño distintos, entonces era una locura”.
Dentro de un mes me llega una importante carga de rooibos orgánico desde Sudáfrica. Reconoce, que un principio era más “cerrada” en cuanto la diversificación de productos que ofrecía “cuando me pedían algo yo decía no lo tengo y ahora, me piden y se los ofrezco. Si me preguntan mucho por un tipo lo cotizo, busco, investigo y lo traigo”, lo que ha permitido el crecimiento sostenido de Amman. “Tengo proveedores en el sur y como soy busquilla, busco hasta traer siempre lo mejor, de excelente calidad”, afirma.
En su primera compra al extranjero, importó la cantidad que le convenía en cuanto a precio, sin pensar mucho en lo que iba a durar o que tendría que trabajar para venderlo sin que el producto llegara a perder sus propiedades y calidad. Sin embargo, no alcanzó a durar un año y tuvo que planificar nuevos embarques. “Pero el año pasado traje el rooibos, que se suponía me iba a durar dos años y no alcanzó ni para uno”.
Si bien en la pandemia, no se vio muy afecta por los problemas aduaneros y de plazos de llegada de los embarques, ya que había comprado con anticipación, “Amman tiene la ventaja de ser un negocio que no se limita a un solo producto, tenemos muchos, lo que nos permite seguir vendiendo y dando a conocer todas las variedades”, explica.
Andrea ha hecho de Amman una marca muy solicitada no solo para el consumidor minorista que disfruta de las variedades y calidad de sus tés, sino que la venta a escala mayorista es donde se concentra el éxito de su negocio. Entre tiendas especializadas en infusiones, alimentación saludable y también cafeterías, distribuyendo a más de un centenar. “Muchos son emprendimientos a los que les damos toda la ayuda y facilidades para que puedan hacer crecer su negocio”.
Sobre cuáles son los siguientes pasos de crecimiento para Amman, Andrea quiere seguir creciendo
“pero hasta un cierto límite, porque no quiero ser gigante, a no ser que más adelante tenga un socio, por lo desgastante que puede ser para una persona”. Aunque lo más próximo, debido a que constan mente recibe cotizaciones desde fuera de Chile, sea internacionalizar la marca a Estados Unidos o Canadá, transformándose en un nuevo desafío.